Contexto

Según las cifras recogidas en enero de este año por la Unión General de Trabajadores, la siniestralidad laboral alcanzó la triste cifra de cinco trabajadores fallecidos cada tres días, lo que se tradujo en 52 víctimas a lo largo de todo el mes. Esto supone casi un 24% más que en el mismo mes del año anterior, arrojando una siniestralidad de casi 98.000 accidentes laborales (un 6,6% más que en el mismo mes del año anterior), que resultaron en una baja laboral para 46.000 de estos casos. Teniendo en cuenta que en 2017 se produjeron 618 fallecimientos como resultado de accidentes laborales (tres por cada día laborable), no se espera que esta situación mejore a lo largo del presente año.

Si buscamos el origen de esta elevada tasa de siniestralidad y la tendencia al alza que registran los estudios, se puede concluir que después de un largo periodo de crisis con ajustes presupuestarios y precariedad laboral se ha favorecido la contratación de personal con menor nivel de preparación y la reducción de costes en todos los ámbitos.

Volviendo a las cifras y analizando en detalle los accidentes que causaron baja laboral, los problemas físicos derivados de sobreesfuerzos que afectan al sistema musculoesqueletico, lideran la principal causa de ausencia laboral con más de 15.000 casos (un 38%). Además, si tenemos en cuenta que los sectores que mayores incidencias registran pertenecen al sector industrial (manufactura) con 7.500 accidentes y la reparación de vehículos a motor, con 5.705.

Más de un tercio de los accidentes laborales están relacionadas directamente con i) la formación en seguridad, salud y prevención, ii) la falta de disponibilidad, adecuación y/o formación en el uso de equipamientos de protección y iii) la ausencia de procedimientos claros y seguros para la manipulación de herramientas y/o ejecución de tareas.

De esta forma, con la presente propuesta, se pretende dar solución integral, de la forma más genérica posible, a los problemas destacados, proporcionando una herramienta innovadora, materializada en forma de un equipo de protección individual (o EPI), que mediante el uso de tejidos inteligentes y las posibilidades que brinda la realidad aumentada, proporcione un marco tecnológico adecuado para favorecer la formación y la protección adaptada al trabajador, en su puesto de trabajo.